Hoy es el día de la luna llena de Julio y Agosto, y poco gente sabe que justamente esta noche un club de libre pensadores crearon durante varios años en la misma luna llena la sociedad actual en la que vivimos.
Me encanta contar esta curiosidad cada vez que tengo oportunidad y como no podía ser menos, justamente hoy es el mejor día ara publicarla.
La Noche del 7 de Agosto de 1775, en un señorial caserón de Birmingham. Se reunió un grupo de hombres de ciencia y empresarios, que anteriormente ya se habían reunido informalmente bajo el nombre de Círculo Lunar, decidieron dar un paso más y formar una sociedad destinada a cambiar el mundo.
Puede parecer algo ingenuo, pero lograron su objetivo plenamente. El pequeño grupo de catorce inquietos intelectuales, apasionados de la industria, la tecnología y la ciencia, nunca publicó el contenido de sus discusiones secretas en las noches de luna llena, jamás originó papeles que dejaran constancia de sus animadas conversaciones y, sin embargo, definió la sociedad actual del futuro que hoy es presente.
La idea era cenar bien, beber un buen licor y, al bajo de la luz de la luna llena de Julio y Agosto, discutir sobre las máquinas y la ciencia como agentes del cambio de una sociedad agraria a una industrial.
En aquella noche nació la Sociedad Lunar de Birmingham, cuyos miembros se conocían a sí mismos como “los lunáticos”. Personas normales que decidieron cambiar el mundo.
La luna, además de su poder simbólico, tenía otros “poderes”. A la hora de volver a sus casas, bien entrada la noche, nada mejor que contar con el resplandor de la luna llena para circular por los caminos, así que el grupo decidió reunirse las noches en que la luna, en su máximo esplendor, alumbraba la tiniebla.
¿Qué sucediá en las cenas de La Sociedad Lunar? Aunque no queden actas de las conversaciones, son muchos los recuerdos que han sobrevivido de aquellas excitantes reuniones.
Se hablaba de todo, sin límite, sin ningún orden establecido previamente, la libertad reinaba con alegría. Allí, sentados en sus cómodos sillones, discutían sobre política, arte, ciencia, máquinas, dinero y, sobre todo, del mundo futuro. Las apasionantes sesiones tuvieron protagonistas igualmente memorables, como James Watt, padre de la máquina de vapor, el polifacético Erasmus Darwin abuelo de Charles Darwin (autor del origen de las especies y el evolucionismo), William Herschel, astrónomo real descubridor de Urano, empresarios industriales como Matthew Boulton, siempre inquieto pensando en nuevas máquinas a vapor. También disfrutaban de aquel paraiso de libertad John Wilkinson, William Murdocko Joseph Priestley, el químico que descubrió el oxígeno y Samuel Galton. Lejos, muy lejos, en los Estados Unidos, otro miembro no oficial de la Sociedad en la distancia también aportaba sus inquietas ideas a través de las cartas que enviaba a alguno de sus amigos británicos. Se trataba, nada más y nada menos que de Benjamin Franklin.
Así, entre industriales, científicos y artistas, se estaba dando forma a un nuevo mundo. De las discusiones, surgieron reacciones y decisiones.
Influyeron en la política de los Estados Unidos, en el desarrollo de la Revolucion Industrial y la Revolución Francesa, consiguieron el triunfo de la ciencia y la técnica, en definitiva, en el gran salto de Occidente.
La máquina de vapor prácticamente nació allí, porque los lunáticos eran apasionados del empleo de tal tecnología en la industria y el transporte. Pensaron en futuros ferrocarriles rápidos, en factorías gigantescas automatizadas, en la mecanización del campo, máquinas automáticas… y en principio no eran más que ideas, divagaciones, especulaciones apasionadas.
Pero, de la idea se pasó a la acción, y el germen que nació bajo la luz de la luna creció para dar forma a la Revolución Industrial.
En poco tiempo la máquina de vapor había triunfado en todas las áreas imaginados por los lunáticos, el campo empezó a transformarse, las factorías progresaron como nunca antes se había visto y nuevos tipos de gran industria, desde la textil a la química, cambiaron la faz del mundo.
Lograron que los frutos de sus “locas” conversaciones nocturnas se convirtieran en tecnologías e ideas novedosas que hicieron nacer la era de las máquinas. El propio Erasmus Darwin, abuelo del ínclito Charles, era un librepensador de lo más curioso, con sus propias ideas sobre el origen de la Tierra y un concepto “evolutivo” de las especies que, aunque no muy correcto, parecía ser algo así como una semilla que germinó magistralmente con su nieto.
Cuando, a comienzos del siglo XIX, la Sociedad Lunar se disolvió, sus miembros seguramente sintieron que habían liberado un genio portentoso, pues su objetivo se había cumplido, la electricidad, la nueva química, la industria del acero, las ideas democráticas, la libertad de pensamiento, en definitiva, la esencia de Occidente
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Basado en Alpoma
La sociedad del circulo Lunar en Wikipedia
Video Time Lapse por Simón Christen
Diseñador de Granada , me gusta vivir bien y trabajar un montón en cualquier tema que mezcle el diseño , el movimiento , la imagen y la interactividad.